Inteligencia Emocional (1ª parte).

La Inteligencia Emocional podría definirse como la capacidad que tenemos para manejar, entender, seleccionar y trabajar nuestras emociones y las de los demás con eficiencia...

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Es decir, es la habilidad para gestionar bien las emociones, tanto las nuestras como las de los demás. Una persona que no tiene conciencia de sus emociones, que tiene un autoconcepto de sí mismo bajo, que se enfada con facilidad, que se pone triste con frecuencia o que no es capaz de controlar sus impulsos... es alguien que no tiene desarrollada su inteligencia emocional. Por el contrario, una persona que se conoce bien a sí mismo, que es capaz de pensar antes de actuar, que entiende sus impulsos y los controla, que los expresa con educación siendo sincero pero, a la vez, consiguiendo no afectar negativamente a la gente que le rodea...o que es capaz de relativizar y sentir las cosas de una forma sana...sería una persona con una inteligencia emocional desarrollada.

Asimismo, la Inteligencia Emocional nos debe servir para entender las emociones de los demás y saber cómo tratar a la gente que nos rodea de forma que estén a gusto a nuestro lado, no provoquemos emociones desagradables en ellos (ira, tristeza, frustración, etc.). Es decir, tener mano izquierda a la hora de plantear las cosas.Alguien con una buena inteligencia emocional debería ser capaz de aplicar las siguientes cosas:

Pensar antes de actuar...y no ir a la deriva y a lo "loco" antes de hacer las cosas. Esto no quiere decir que no se viva el momento o que no se disfrute. Esto quiere decir que las emociones y la razón vayan de la mano. Hay que disfrutar, pero también hay que ser capaz de utilizar la inteligencia y analizar las emociones, especialmente cuando hablamos de ira, tristeza o frustración. Ser empático para poder entender, respetar y manejar las emociones de los demás, haciendo que la gente que nos rodee esté a gusto. Saber elegir bien las emociones en cada momento, para que nuestro comportamiento sea óptimo. Si ante una crítica nos ofendemos y nos enfadamos, estamos eligiendo muy mal las emociones. Si, por el contrario, nos paramos a pensar, analizamos el comportamiento de la otra persona, escuchamos, entendemos su punto de vista, leemos entre líneas y nos damos cuenta de que el problema ha sido que en nuestro argumento anterior le hemos ofendido nosotros a él/ella, entonces será mucho mejor pedir disculpas y sugerir que la próxima vez nos diga las cosas de otra forma. No es cuestión de ceder, es cuestión de manejar la situación eficientemente. Es decir, causando el mínimo daño. Y el enfado, normalmente es la emoción que MÁS daño genera. Manejar, conocer y controlar bien las emociones negativas, especialmente en lo que respecta a: ira, tristeza, frustración y ansiedad/estrés. Vivir una vida con alto grado de motivación y optimismo, creciéndonos ante la adversidad, en vez de viniéndonos abajo. Ser feliz. La inteligencia emocional, al final, debe perseguir la paz interior y la felicidad. Porque lo único que determina nuestra felicidad son las emociones. Si nuestras emociones están genial, nuestra vida irá genial. Si nuestras emociones van fatal, nuestra percepción de la vida será depresiva y de fracaso. Objetivos:

1.- Conocer el concepto de Inteligencia emocional.

2.- Saber las diferentes dimensiones que afectan a dicho concepto: a.- Rasgos de personalidad. b.- Habilidades Sociales. c.-Tipos Inteligencias. d.- Ética universal.

3.- Conocer el modelo del árbol de la vida.

4.- Conocer competencias como:

Consciencia de si mismo.
Expresión Emocional.
Grado de Autonomía.
Confianza en si mismo.
Actitud frente a los demás.
Capacidad para escuchar.
Aptitud para desenvolverse en grupo.