12/02/2018

La comunicación como conducta

La comunicación no fue reivindicada como conducta hasta los inicios del último tercio del siglo XX y, pese a que esta aseveración nunca ha sido discutida, son escasos los trabajos realizados desde entonces dirigidos a integrar la comunicación en el marco general de la actividad humana. En otras palabras: estamos ante un presupuesto metateórico asumido de forma axiomática.

En psicología, los pioneros en considerar la comunicación como conducta fueron, sobre  todo, los psicolingüistas de la escuela rusa, entre quienes cabe destacar la figura de Leontiev (1903-1979), que considera que cualquier actividad humana está determinada por tres  características:

a) Ser siempre material y significante. Cada una de las acciones humanas constituye, al mismo tiempo, una interacción con los objetos, acción que puede influenciarlos o alterarlos, circunstancia que en ocasiones es extensible a otras personas. No existe pues un sujeto abstracto de la actividad, sino que esta consiste en la interacción entre el sujeto y el objeto. Tanto en el caso de que la actividad sea externa o productiva, como si se trata de una actividad cognitiva, la condición necesaria es la interacción activa del sujeto respecto de su objeto.

b) La actividad de un hombre es primordialmente social e incorpora sus relaciones sociales. La actividad humana sólo emerge como material y significante cuando hace manifiesta su necesidad objetiva y el hombre muestra los prerrequisitos socialmente elaborados necesarios para la acción. Esto no invalida que los motivos de una misma acción sean completamente diferentes, puesto que las actitudes están en relación directa con el medio social que circunda al individuo.

c) La actividad humana tiene una estructura sistemática y se caracteriza siempre por tener un motivo y una meta. La integridad de una acción como unidad psicológica de conducta está determinada por sus motivos, a partir de los cuales desarrolla un plan para alcanzar una meta y en base al mismo ejecuta la conducta en cuestión.

Destacados psicólogos de la Escuela Rusa (Psicología del Desarrollo).

Leontiev (1903-1979) y Vygotski (1896-1934).

Aplicados estos presupuestos a la comunicación en general,  y a la comunicación verbal  en particular, resulta que el lenguaje no se puede separar como una estructura pura de los componentes de motivación y de las metas del hablante; es decir, del sujeto actuante. Esto supone que la actividad verbal jamás existe aislada, puesto que el habla por sí misma no le sirve al hombre para nada. El habla no es una finalidad en sí, sino un medio, un instrumento aplicable a diversas actividades de modo diferente.

 

 En otras palabras, frente a las definiciones tradicionales centradas, bien en la transmisión de la información, bien en la calidad de la misma, también es posible abordar la comunicación humana como la elaboración de una concordancia entre, por un lado, la situación concreta en que se basa la actividad (el contenido, el motivo y la forma de esa actividad) y la estructura y los elementos de la expresión verbal, por otro.

 Este planteamiento permite, por una parte, concebir la actividad comunicativa propiamente dicha como una actividad cuya meta no necesariamente tiene que ser la satisfacción inmediata de objetivos concretos, sino que puede estar dirigida al establecimiento de contacto y mutuo entendimiento, el establecimiento de la interacción con otros miembros del grupo social, el impacto sobre el conocimiento, habilidades, sistemas de valores sociales o emociones de otro individuo o grupo.

José Ramón Moreno Miranda

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