17/02/2018

Jerarquía de las Emociones básicas

La emoción es un proceso psicológico que nos prepara para adaptarnos y responder al entorno. Su función principal es la adaptación que es la clave para entender la máxima premisa de cualquier organismo vivo: la supervivencia.

Como si fuera un sistema de alarma, nos señala las cosas que son peligrosas o aversivas, y que por lo tanto debemos evitar, y las cosas que son agradables o apetitivas, y a las que por lo tanto debemos acercarnos. Las emociones positivas son las que producen agrado y son motores de atracción; las negativas son las que producen desagrado, y son motores de rechazo.

Las emociones negativas están estrechamente vinculadas a la supervivencia. Quizá por eso su incidencia en las personas es mucho más potente que las emociones positivas. El efecto de las emociones negativas es superior (en algunos experimentos hasta 5 veces) en el estado de ánimo de los trabajadores que las positivas, aunque los eventos positivos ocurren con una incidencia mucho mayor (de 3 a 5 veces más).

Por su parte, las emociones positivas benefician los estados de ánimo y aumentan el rendimiento en el trabajo. El reconocimiento, por ejemplo, produce en el que lo recibe emociones positivas que aumentan su eficiencia, su autoestima y su predisposición al esfuerzo y al cambio. Es además tremendamente contagioso, existiendo innumerables investigaciones que prueban su utilidad. Por ejemplo, cuando los centros de atención al cliente muestran emociones positivas, los clientes reaccionan por contagio y están mucho más dispuestos a comprar.

La valencia de la emociones (positiva o negativa) puede utilizarse para su diagnóstico y gestión en contextos sociales. Éste es el planteamiento del modelo de gestión conocido como Feelings Management  (Fernández, 2004). Se basa en el diagnóstico del estado emocional de la organización, al objeto de alinear las emociones de los diversos grupos que la integran con los objetivos organizacionales. Sus principales propósitos son, por un lado, visualizar el estado emocional de la organización  y, por otro, proporcionar las herramientas de acción necesarias para revitalizar la ilusión, la unión y la confianza de sus miembros en momentos difíciles.

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