17/02/2018

¿Hacia dónde camina Europa: cultura del esfuerzo (Alemania) o del bienestar personal (EEUU, Gran Bretaña, España…)?

 

La Batalla de Jena tuvo lugar el 14 de octubre de 1806, y enfrentó al ejército francés bajo el mando de Napoleón contra las tropas prusianas comandadas por Federico Guillermo III de Prusia. Esta batalla, junto a la Batalla de Auerstädt, significó la derrota de Prusia y su salida de las Guerras Napoleónicas hasta 1813.

 

Aunque, en ocasiones, no somos conscientes de la importancia del pasado en el devenir del presente, trataremos de hacer un pequeño retrato de los valores  alemanes de los últimos 200 años y de su sombra en la Europa actual.

La victoria de Napoleón sobre Prusia en la Batalla de Jena en 1806 cambió el mundo, porque condujo a la creación de la universidad moderna, centrada en la investigación. Al iniciarse este proyecto, Federico Guillermo III de Prusia dijo: “El estado debe reemplazar con fuerza intelectual lo que ha perdido en recursos materiales”.  Se concibe y se construye un nuevo modelo de universidad: la Universidad de Berlín, fundada entre 1807 y 1810, que con la unificación de los estados alemanes en 1871, en el segundo imperio alemán de Bismarck, se convierte en el modelo de las demás universidades alemanas y, en algunos casos, de las demás naciones. Hasta ese momento, en Alemania y en todos los demás países, la educación superior se reduce a la formación para tres tipos de profesiones: médico, abogado y sacerdote. No existían clases oficiales para científicos, y la mayoría de ellos se formaban, al igual que los artistas, gracias al apoyo de adinerados mecenas o de las Reales Sociedades Científicas de Inglaterra o Francia.

Fue fundada en 1810 con el nombre de la Universidad de Berlín (Universität zu Berlin) por el liberal prusiano Wilhelm von Humboldt. En 1828 esta universidad recibió el nombre de Universidad Friedrich-Wilhelm (Friedrich-Wilhelms-Universität) y más tarde fue conocida como "Universität unter den Linden". Por último, en 1949 se cambió su nombre a "Humboldt-Universität zu Berlin" (Universidad Humboldt de Berlín) en honor a su fundador. Por esta universidad han pasado muchos de los grandes intelectuales y cientificos alemanes de los dos últimos siglos. Entre ellos se destacan: El filósofo idealista Johann Gottlieb Fichte. El teólogo Friedrich Schleiermacher. El filósofo idealista Georg Wilhelm Friedrich Hegel. El filósofo pesimista Arthur Schopenhauer. El filósofo y fundador del marxismo Karl Marx. El físico Albert Einstein. El poeta Heinrich Heine. El fundador del Partido Socialdemócrata de Alemania Karl Liebknecht. El gran cirujano Johann Friedrich Dieffenbach. En total, la Universidad de Humboldt es la casa de 29 ganadores de un premio Nobel.

 

El nuevo modelo de universidad proponía dos objetivos:

1.- Wissenschanft: hacía referencia a todo cuerpo de conocimientos organizados sobre principios definidos, y campos como la historia o la filología podían considerarse tan Wissenschanft como la física o la fisiología. El nuevo modelo de universidad adoptó su vehículo de formación superior de la filología: el seminario, donde un pequeño grupo de estudiantes trabajaban a fondo un tema bajo la tutela de un reconocido maestro de la materia.

2.-  Bildung (concepto alemán):   se refería a la formación autodidacta de una persona a través de una amplia educación humanista. Este término denota el valor de totalidad, un estado en el que cada parte de la educación y de la vida contribuye a la consecución del bien, la verdad y la belleza. Es una cualidad personal, pero también es la cualidad que hace posible un elevado nivel cultural en una nación. Los productos de la Bildung eran los ciudadanos formados culturalmente. El objetivo de la Bildung era “hacer crecer todas las semillas de uno mismo, pero al servicio del todo”.

Los líderes culturales de Alemania  (Bildungsbürger) tienen cierto paralelismo con los Mandarines de la China de Confucio, los cuales presentaban una profunda formación en la cultura china, especialmente en poesía. Lo Mandarines valoraban la formación académica en sí misma y se enorgullecían de trabajar sólo con la mente, no con las manos, menospreciando el “trabajo manual” que también los líderes intelectuales alemanes (Bildungsbürger) despreciaban.

 

La distinción entre Gemeinschaft (comunidad) y Gesellschasf (sociedad) nos abre una reveladora ventana del mundo mental de la elite intelectual alemana (Bildungsbürger). El concepto de Gemeinschaft o “ comunidad” representaba todo aquello que valoraban y apreciaban, una autentica comunidad de individuos que compartían la misma lengua, cultura y raíces geográficas, por tanto, una comunidad formaba una unidad orgánica, una única raza o Volk. La educación en Bildung (uno de los objetivos del nuevo modelo universitario)  quería ser una educación para la vida en una auténtica comunidad. Por otro lado, el término Gesellschaft o “sociedad” era simplemente una aglomeración de individuos aislados y sin lazos comunes, a excepción de la ciudadanía y un revestimiento superficial de modales civilizados. Las ciudades, especialmente las ciudades nuevas como Berlín, eran la viva imagen de las lacras de la sociedad. La población de las ciudades estaba constituida, en su mayoría, por extranjeros, inmigrantes desarraigados que buscaban saciar sus ambiciones materiales.

La élite de intelectuales alemanes (Bildungsbúrger) basaba su deseo de totalidad en la experiencia  política y social de la Alemania del siglo XIX, ya que antes de 1871 Alemania era una idea, no un estado político como podían serlo Francia o Gran Bretaña. Los pueblos de habla alemana estaban repartidos por toda Europa central, pero estos “alemanes” vivían en estados pequeños, más bien diminutos, casi feudales. El más grande de todos ellos era Prusia, que aspiraba a la unificación en una sola Alemania. Por este motivo valoraban tanto el estudio de la cultura  y las lenguas alemanas, que de algún modo les unificaban, si no política, sí espiritualmente.

Existía entre la élite intelectual alemana un  cierto desprecio por Norteamérica por considerarla como el emblema de la  Gesellschaft, una nación compuesta por emigrantes que habían llegado allí por motivos comerciales, que no compartían una cultura profunda ni el apego a una tierra. Los norteamericanos y sus primos hermanos los ingleses eran meros comerciantes que concebían la existencia del hombre sobre la faz de la tierra como una serie de transacciones comerciales que cada uno intentaba que le resultaran lo más provechosas posibles. El mayor valor para los anglo-americanos y los países del sur de Europa (Grecia, Italia, España…)  era el bienestar personal, mientras que el de los alemanes era el sacrificio y el servicio a una totalidad superior, cuyos valores eran “sacrificio, franqueza, lealtad, respeto, coraje, religiosidad, caridad y buena disposición para la obediencia).

La primera Guerra Mundial (1914) fue un desastre para Alemania, la República de Weimar  estaba marcada por su nacimiento en la derrota alemana en la Gran Guerra (la primera guerra mundial), por lo que los intelectuales alemanes nunca llegaron a apoyarla. La república  generó mas caos (debido, en parte, a la depresión mundial)  y frágiles cimientos, cuestión que la hace caer  (1933) ante la  unidad totalitaria de Hitler y los nazis y, quizás, el mirar para otro lado de la élite intelectual alemana o el hecho de no dejar de mirar porque les ilusionaba el cambio: Ein Reich, Ein Volk, Ein Führer (un Imperio, Un pueblo, un Caudillo).

Apolo era uno de los dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos templos y a su oráculo acudían cuando deseaban conocer el futuro o aspectos oscuros de su existencia. Los griegos lo consideraron como el dios de la juventud, la belleza, la poesía, y las artes en general. Pero, según Nietzsche, expresaba para ellos mucho más, un modo de estar ante el mundo: era el dios de la luz, la claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas primarias e instintivas. Representaba también la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la racionalidad. Para la interpretación tradicional toda la cultura griega era apolínea, y el pueblo griego el primero en presentar una visión luminosa, bella y racional de la realidad. Nietzsche es contrario a esta interpretación pues afirma que es correcta para el mundo griego a partir de Sócrates, pero no para el mundo griego anterior, considerado por nuestro filósofo como el momento más característico del espíritu griego. Frente a lo apolíneo los griegos opusieron lo dionisíaco, representado con la figura del dios Dionisos, dios del vino y las cosechas, de las fiestas báquicas presididas por el exceso, la embriaguez, la música y la pasión; pero, según Nietzsche, con este dios representaban también el mundo de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y, en definitiva, la irracionalidad. La auténtica grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad, en armonizar ambos principios, en considerar incluso que lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo puramente apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser, con la irrealidad.
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